Qué es la Compasión

Qué es la Compasión

Definición: “Sentimiento de tristeza que produce el ver padecer a alguien y que impulsa a aliviar su dolor o sufrimiento, a remediarlo o a evitarlo.”

El trabajo sobre la compasión tiene tanto que ver con los demás como con nosotros mismos. En mis sesiones de terapia suelo repetir como un mantra: “lo mismo es afuera como es adentro”, y es que si no somo compasivos con los demás no lo vamos a poder ser con nosotros ni a la inversa.

Generalmente solemos entender la compasión, según la educación que hayamos recibido como el que debemos mostrarnos compasivos con los que no tienen nada o menos que nosotros, cuando no la asimilamos como una imagen de pena y pobreza. Pero la acción compasiva es una de las prácticas más avanzadas, porque no hay nada mas avanzado que comunicarse con los demás y comunicarse desde el corazón es verdaderamente un desafío. Y la compasión va un poco de eso, de comunicarse desde el corazón.

Para comunicarse verdaderamente hay que estar abierto, comunicar verdaderamente de corazón y estar por alguien conlleva no cerrarnos, ni a esa persona ni a lo que sentimos nosotros mismos. Es permitirnos sentir lo que sentimos y no rechazarlo, aceptar todos y cada uno de nuestros aspectos y sentimientos aunque no nos gusten.  Y hacer esto requiere de apertura. Sólo podemos reconocer lo que estamos sintiendo si nos hallamos en un espacio abierto (no cerrarnos ni entrar en negación de lo mio ni lo del otro) y libre de juicios. Es decir, relacionarnos con las complejidades de las emociones y la vida propia y de los demás sin condenarlas. Está claro que nuestro nivel de comprensión repercutirá en nuestros juicios y en nuestro
deseo de condenar las cosas.

Debe quedar claro que no juzgar no es no preferir, no significa que todo sea aceptable. No juzgarnos a nosotros mismos no es lo mismo que decir que no tenemos preferencias o valores, o que no estamos abiertos y dedicados a corregirnos, sino que consiste en dejar de atacarnos y condenarnos a nosotros mismos. Lo que sucede es que la crítica y la condena van ligadas a ciertos sentimientos, normalmente la ira, la frustración y el desprecio. Y a la culpa.

Sólo en un espacio de estas características no estaremos atrapados en nuestra única versión de la realidad, donde podemos ver y escuchar al otro, sentir quién es realmente el otro y eso nos posibilita el estar con y comunicarnos apropiadamente con él o ella.

La esencia del discurso y la acción compasiva es estar ahí para los demás, sin retirarnos ante el horror, el miedo o la ira que podamos sentir.

Es dificil entender que lo que rechazamos ahí afuera es lo que rechazamos en nosotros mismos y lo que rechazamos en nosotros es lo que vamos a rechazar ahí afuera. Sentir compasión empieza y termina en la compasión que sentimos por todas las partes no deseadas de nosotros mismos, por todas esas imperfecciones que ni siquiera queremos mirar en nosotros.  Hay un lema de las enseñanzas budistas que dice “dirige toda la culpa hacia ti mismo”. Y es que si algo me duele mucho es porque me estoy aferrando muy intensamente. Lo que el lema indica es que el dolor procede del apego a hacer las cosas a nuestro modo, y que cuando nos sentimos incomodos es porque estamos en un lugar o situación en la que no queremos estar, una de las principales salidas que tomamos es juzgar y culpar a alguien o algo.

Comportarse de forma compasiva significa comportarse de formas que identificamos como provechosas para nosotros y nuestro sufrimiento, y que nos ayudarán a progresar en el camino de la vida; y es un comportamiento que también podemos dirigir hacia los demás. De modo que, a veces, el comportamiento compasivo puede implicar ser buenos con nosotros mismos, reconocer que necesitamos unas vacaciones, tomarnos un descanso, que nos mimen, el apoyo de los demás o, simplemente, tratarnos con amabilidad. Pero también requiere valentía para hacer cosas que puede que nos estén bloqueando. A veces, el comportamiento compasivo consiste en hacer cosas que no queremos hacer, como, por ejemplo, enfrentarnos a algo a pesar de que la depresión, la ansiedad o los prejuicios hacen que prefiramos evitar la confrontación.

Es compasivo porque, aunque elegir lo que parece el camino más fácil a corto plazo (p. ej., evitar hacer algo) puede proporcionarnos un alivio temporal, esto no nos lleva a ninguna parte. Muchas veces el actuar para evitar sentir cierta culpa, nos lleva a actuar posteriormente de una forma en la que sí tenemos culpa. Puedes leer esta entrada sobre la culpa.
La ayuda genuinamente compasiva nunca es sumisa ni implica rendirse a los deseos de otra persona, cosa que nos deja llenos de resentimiento o muy necesitados de aprobación. Es difícil actuar de forma compasiva desde una posición de miedo o debilidad. Así que, a veces, debemos aprender asertividad para plantarnos ante los demás y decir: «No». La persona compasiva debe ser sensata, atenta, curiosa y abierta, pero a veces también requiere valentía, y todos podemos intentarlo.

La culpa nos impide comunicar de manera genuina con los demás, y en lugar de sostenerla, la fortificamos con nuestras ideas sobre quién tiene razón. Y esto seamos sinceros, lo hacemos casi casi con todo. Culpar es muy común y muy antiguo y es algo con lo que intentamos sentirnos mejor. Culpar es una forma de proteger nuestros corazones, de proteger lo suave, lo abierto y lo tierno que hay dentro de nosotros. En lugar de adueñarnos de nuestro propio dolor, lo que hacemos es tratar de ponernos cómodos. Es una tendencia que pretende tenerlo todo en nuestros propios terminos y a nuestra manera. Culpar es una manera de agarrarnos a algo. 

Una distinción que puede ayudarnos es la que existe entre vergüenza y culpabilidad, dos cosas que la gente confunde a menudo. Cuando sentimos vergüenza, nos centramos en nosotros mismos y en cómo creemos que nos ven los demás, por ejemplo, en que piensan mal de nosotros. Con la vergüenza nos sentimos expuestos y pensamos que algo
no va bien en nosotros, o que tenemos un defecto. Nos sentimos ansiosos, deprimidos y nuestro corazón se hunde. Bajamos la cabeza y evitamos la mirada de los demás, cubriendo las cosas que nos avergüenzan. Si nos avergonzamos de nosotros mismos, nos despreciamos y nos mostramos autocríticos. Así, la vergüenza se basa en amenazas y ataques, en lo malos y poco adecuados que nos sentimos, en juzgar y ser juzgados. Como la vergüenza puede estar basada en la acusación y el castigo, las personas tienden a evitarla.

La culpabilidad es muy distinta. Cuando nos sentimos culpables, estamos abiertos a lo que hemos hecho: «¡Ay, madre, he sido yo, lo siento muchísimo!». Nuestras expresiones faciales y sentimientos son muy distintos, nada de bajar la cabeza o escondernos.
Nuestros sentimientos buscan reparar, hablar, mientras que con la vergüenza queremos apartarnos o atacar. Además, la culpabilidad suele centrarse en sucesos o comportamientos concretos («Me siento culpable porque hice esto o pensé aquello»), mientras que la vergüenza se basa en sentimientos sobre nosotros mismos, cosas como que no somos adecuados, tenemos defectos o no somos atractivos.

La culpabilidad puede surgir allí donde se dan conflictos entre cosas que queremos tener o hacer pero que pueden dañar a otros, situaciones en las que la ganancia de uno es la pérdida de otro. Sin embargo, si nos preocupamos demasiado por no hacer daño ni molestar a los demás y no lo equilibramos con nuestras propias necesidades, podríamos convertirnos en sumisos, y eso no es compasivo. La compasión no consiste en evitar cualquier conflicto, sino en cómo nos enfrentamos a ellos.
Para aclarar la distinción, veamos las reacciones de dos hombres, John y Tom. Ambos tienen una aventura. Cuando sus mujeres los descubren, John piensa: «Oh, Dios mío, ahora mi mujer me lo va a hacer pasar fatal. Quizá ya no me quiera tanto. ¿Y si se lo cuenta a nuestros amigos? ¿Cómo voy a mirarlos a la cara? Será mejor que los evite una temporada. Seré bueno para que mi mujer vuelva a quererme». John no piensa en absoluto en el dolor y el daño que le ha causado a su mujer, sólo en sí mismo. Su mayor preocupación es el daño que el descubrimiento le ha causado a él. Sus sentimientos están basados en la vergüenza.

Tom, sin embargo, se siente muy triste por el dolor que le ha causado a su mujer y el daño que ha hecho a su relación. Reconoce lo mal que se sentiría si la situación fuera la contraria y siente remordimientos (empatía). Puede que a Tom también le preocupe que su mujer lo quiera menos y lo que puedan pensar de él sus amigos si se enteran, pero lo
que más le preocupa es el daño que ha causado. Sus sentimientos están basados en la culpabilidad.
Los sentimientos de culpabilidad suelen estar relacionados con el miedo y la tristeza.
Cuando hemos hecho algo que ha causado daño a alguien, podemos sentir tristeza, y este sentimiento, a su vez, está relacionado con los remordimientos y el arrepentimiento. Son estos sentimientos los que hacen que queramos arreglar las cosas. Así que, por ejemplo, puede que John no esté muy triste por lo que ha hecho, porque sólo está centrado en el
daño causado por el descubrimiento. En cambio, a Tom le entristece profundamente el daño que sufre su mujer.

Este texto lo he escrito apoyándome en algun pasaje del libro “La mente compasiva” de Paul Gilbert

Invierno

Invierno

Y ya llegó. Sí, el invierno.

Ya se han caído todas las hojas, sólo queda el tronco. Toda la parafernalia que adorna al verano, la energía, las ganas de estar al aire libre, el contacto y el compartir con la gente, la luz hasta prácticamente entrada la noche, el calor, se acabo. La naturaleza va muriendo poco a poco, la oscuridad apremia, el frío nos envuelve y todo se retrae. El oso hiberna, así como los roedores, las hormigas y mucho otros insectos y animales de sangre caliente entran en un estado de letargo, inmersos en sus cuevas o madrigueras. Y como animales que somos, creo que deberíamos permitirnos el hecho de no ir contra natura.

img1Ayer entro el solsticio de invierno (21 de Diciembre) en el hemisferio norte, y con él, la llegada oficial del invierno y el día mas oscuro del año. Y es una fecha celebrada por muchas culturas, y que tiene una gran connotación simbólica y una fuerte conexión con lo mitológico y lo psicológico. Entramos en un periodo de oscuridad, de introspección y recogimiento, que permite la renovación y el posterior ascenso de la luz, siendo un ciclo normal de la naturaleza, y del cual antiguamente, el hombre sentía la necesidad de participar. Participar es dejarse entrar y caer en eso, en la oscuridad, en la introspección, en la muerte, morir para que pueda cumplir su propósito el ciclo natural de la vida. Y es que la vida, no sería vida si no hubiese muerte. Y el resurgir no seria resurgir si no resurgieramos de la muerte, por muy pequeña que sea, pero muerte.

Ésta es la que nos sobreviene ahora, la muerte simbólica, o no tan simbólica, de una etapa, que a demás coincide con la muerte o el final de un año, donde si siguiéramos al arquetipo toca la retirada, o como bien dice la gestalt en su ciclo de contacto-retirada, toca el retiro para profundizar con uno mismo, la introspección y asimilación de lo vivido, nutrirse de todo lo experienciado y poder asimilarlo de una forma sana, integrando las vivencias y poder acercarnos un poco mas a nuestra alma, y así soltar el contacto y llegar al reposo. ¿Qué hemos vivido? ¿Cómo lo hemos vivido? ¿Qué hemos aprendido? ¿Qué es lo que ya no nos sirve? Y soltarlo. Quedarse con lo nutritivo y aceptar que se terminó. Y que esta etapa con todo lo que consigo ha traido, ha llegado a su fin.

Es momento de dejar partir situaciones, vivéncias, estados de ánimo, apegos, trabajos, ideas, luchas, esperas, relaciones … y aceptar sanamente ese fin, aceptar el dolor que existe en cada pequeña cosa que muere, porque no aceptar el fin de esas pequeñas cosas es lo que nos genera el sufrimiento, el dolor que sentimos al no avanzar. Porque al final la vida, el camino, es eso, avanzar, y si no avanzamos enfermamos. Y por miedo al dolor de la muerte de una situación, de un estado personal, de una relación, por no asumir ese riesgo, nos perdemos las potencialidades que se generan para nuestra vida y nuestro avance, quedándonos encallados en asuntos inconclusos.

Podemos imaginar que en el solsticio invernal nosotros también hacemos el viaje del Sol, descrito por tantos mitos, hacia el inframundo, donde muere ante las fuerzas de la oscuridad y entierra sus huesos en la tierra para luego surgir otra vez y continuar su ascenso hacia el cenit veraniego. En este proceso hay una alquimia primigenia, cuya observación nos conecta con el instinto de los animales de reservar sus energías en invierno.

El solsticio invernal es también la llegada del signo terrestre de Capricornio, que significa la paciencia, el trabajo y la preparación de la tierra para que retome las cualidades primeras que le permitirán más tarde florecer. Capricornio está regido por Saturno; es seco y frío y dominado por el humor melancólico. Es un signo y un tiempo asociados a la enfermedad y a la depresión. Pero más allá del rechazo inicial tan propio del cristianismo, donde la muerte y la depresión no tienen valor en sí mismas, este temperamento melancólico es históricamente el signo del alquimista, del laborioso y estudioso hombre que logra penetrar la profundidad del misterio. Escribe James Hillman, el psicólogo estadounidense que tomó la estafeta de Jung e hizo que su obra descendiera a lo que John Keats llamó “el valle de Forjar Almas”:

Y, sin embargo, a través de la depresión nos adentramos en lo profundo y en lo profundo encontramos alma. La depresión es esencial al sentido trágico de la vida. Humedece el alma seca, y seca el alma húmeda. Trae refugio, límite, foco, gravedad, peso y humilde impotencia. Recuerda a la muerte. La verdadera revolución empieza en el individuo que puede mantenerse fiel a su depresión. Ni extraerse a uno mismo fuera de ella, atrapado en ciclos de aliento y desesperanza, ni sufriéndola hasta que cambie, ni tampoco teologizándola–sino descubriendo la conciencia y la profundidad que quiere. Así inicia la revolución de parte del alma.

Al terminar el año suele aparecer un estado de recogimiento e incluso una depresión natural, y la entrada del planeta de la melancolía y las dificultades que deben sufrirse para crecer. Y no por ello estoy diciendo que nos apartemos de la vida o que entremos en un sendero sin vuelta atrás, sino que la conjunción de los opuestos es lo que aporta salud y bienestar, así no es de extrañar que la propia muerte aporte vida. En ese descenso a lo oscuro de uno mismo es donde florecerá la semilla de la vida, florecerá hacia el esplendor del verano germinando en un inmenso espacio vital, vacío y dispuesto a llenarse de vida de nuevo, de la alegría que aporta la luz, ya que la vida y la luz son místicamente sinónimos.

imageY aquí viene nuestra cultura con la Navidad, y quizás por esto nos adornan con infinidad de luces las calles y los árboles, porque estamos en época de oscuridad y recogimiento y a nuestra cultura y sociedad consumista le interesa que salgamos a la calle, que compremos, que estemos felices, en definitiva que no estemos en contacto con lo que de fondo se nos está moviendo.  Y digo yo, que tal si nos permitimos estar como estamos, mostrarnos tal cual como nos sentimos y dejamos de actuar como supuestamente la sociedad nos indica o como creemos que la gente va a valorar más. Que tal si nos permitimos este estado de hibernación e introspección, que tal si nos permitimos estar y mostrarnos tristes, estar con nosotros mismos, cuidándonos y dándonos el cariño y atención que necesitamos. Que tal si nos permitimos vivir nuestra vida a nuestra manera, tal y como la sentimos en cada momento? Que tal si nos permitimos la tristeza en lugar de la falsa alegría que promueve la Navidad y que no hace más que esconder una falsa felicidad y una superficialidad exagerada?

Qué tal si en estas fiestas, te permites expresar lo nunca dicho. Qué tal si te das permiso para ser como eres y actuar en consecuencia. Qué tal si en estas fiestas, te recoges con tus seres queridos y permites que te vean tal cual eres, porque así, aunque te cueste, serás mas tú, sentirás más confianza en tí y en los demás, y te sentirás más libre, ya que no deberás ocuparte de esconder nada.

La mayor parte del texto proviene de la fuente original: http://pijamasurf.com/2015/12/solsticio-de-invierno-2015-una-reflexion-sobre-la-muerte-del-sol-y-el-renacimiento-del-espiritu/

Palabras para uno mismo

Palabras para uno mismo

Qué tendrá la muerte que cuesta tanto de aceptar.

Qué tendrá el fin, o los finales, que por mil millones de razones que podamos tener, siempre existe alguna que nos encegamos en agarrar, en defender, para no aceptar el cambio, para no rendirse, para no dejarse llegar el ya no mas, de una situación, una relación, una persona, una actitud. Quedarse aferrado y no aceptar lo que es, es también no aceptar el camino, el cambio,  no aceptar el propio proceso de la vida, el viaje a seguir, es no permitir un nuevo nacimiento a algo distinto.

Todo lo que nace muere, sólo es cuestión de tiempo. La vida es un maravilloso regalo temporal, y cuando recibimos un regalo debemos ser agradecidos. Y puesto que todo regalo de vida viene con fecha de caducidad, cada momento es valioso.

imagesCualquier pérdida, sea cual sea el nivel, es un acto que uno mismo debe afronta en soledad y con mecanismos propios. Quién sabe, quizás el apego a lo conocido y a saber que ya no será igual nos hace aferrarnos. A saber que ineludiblemente se produciría un cambio y que hay que seguir, adelante, con el dolor, asumiendo la falta y el vacío que se genera. No ha podido ser, no se ha coincidido, y no te culpes, ni te exijas, ni dejes que te culpen ni te exijan ser lo que no eres porque las cosas son entre dos. Y el difícil tránsito por el dolor generado, va a quedarse sólo en eso, en dolor, si realmente te permites vivir plenamente tu experiencia, si te permites procesar el duelo y si te entregas por completo a él, al dolor, y lo transitas con dignidad, aceptando tu vulnerabilidad y tus sentimientos hasta que un día, ese dolor ya no esté. Parece difícil de creer que permitirse estar en eso, en la tristeza, el dolor, la angustia, o lo que a cada uno le acontezca, va a conducirte a estar mejor algún día pero así es. Si dejas que el dolor se enquiste, se convertirá en sufrimiento. No soltar, no comprender, no aceptar, es lo que te deja en la lucha para no sentir el dolor. Y es que lo que hay que ver es que por muy doloroso que pueda parecer, cualquier pérdida conlleva intrínsecamente una ganancia, por pequeña que sea. Y eso, con eso es con lo que hemos de seguir adelante en nuestro camino, en lo que nos llevamos de lo vivido y no lo que nos ha faltado.

Y ya que hablamos de amor, o aunque hablásemos de otra cosa, hablaremos también de la carencia. La carencia afectiva, el egocentrismo y la ansiedad.

El egocéntrico se transporta a lo infantil, y está siempre en la búsqueda de afectos, es siempre el niño carente. Siempre está a la búsqueda de la calidez del refugio en el amor ajeno. Más que amar propiamente dicho, es decir buscar el bien del otro en sí mismo, está a la búsqueda de la  protección que brinda el amor ajeno. En ese rédito de protección se busca la seguridad. Hay  una especie de necesidad de los réditos o frutos del amor para confirmar la propia personalidad. Esto de algún modo sucede con cualquier persona, cuando el amor es correspondido, la valoración de sí se expande (“me agrando”), en razón proporcional a la expansión del propio ser causada por el amor, y se alcanza una mayor confianza en sí mismo y seguridad. Sin embargo, el egocéntrico invierte el orden dejando de lado el orden natural del amor, que es: amar primero el bien del otro en sí mismo y después amar los bienes que de ese amor le siguen. En el caso del egocéntrico, de algún modo, primero pone los bienes del amor, de modo que el amor se contamina de interés, es decir de usar al otro para obtener un bien personal. En otras palabras, busca obtener el rédito del crecimiento de la confianza o del refugio, por medio de un crecimiento de la valoración de si mismo artificial, que se da sin un crecer y expandirse en el ser realmente, porque no hay un auténtico acto de autodonación. De aquí se entiende que ansíe sentirse amado, y lo único que busque es satisfacer ese sentimiento. Esto es evidentemente una especie de carencia. El amor es donación no carencia. Cuando uno busca a alguien que ama es para hacerle el bien a la persona que ama y haciéndole el bien a la persona que ama uno se hace el bien a sí mismo. Si se invierten los papeles y primero se busca sentirse querido, que es algo más periférico y consecuencia del amor verdadero, para después hacer el bien a la persona que se ama, no voy a decir que deja de haber amor, en alguna pequeña medida algo de amor permanece, pero ciertamente no se encuentra en el más puro de los estados, sino que está mezclado con egoísmo.

Consecuencia de esta carencia afectiva es también una actitud teatral, artificial, frente a la vida. La necesidad de afecto los empuja a aumentar o teatralizar las dificultades propias,  enfermedades, desengaños, etc. Hay una necesidad de atraer el afecto ajeno, no existiendo otro medio mejor, al menos por medio de la compasión. En casos más graves, el histérico puede hasta fingir la enfermedad. Esa actitud teatral los lleva a desear mostrarse delante de los otros como víctimas. Sin embargo, ese hecho se descubre en el modo y en la intensidad que exponen su situación. Siempre resaltando los aspectos negativos, disminuyendo por contraste los positivos. No piensan en lo que se puede aprovechar de la situación, sino que le imponen a la situación un todo o nada que la situación ciertamente no puede satisfacer, y que lógicamente conduce a la inacción. Resaltan habilísimamente de un modo velado e indirecto el papel de la fatalidad en todo lo que les sucede, son eternas víctimas de la vida, o de las circunstancias. Ese hecho de resaltar la fatalidad lógicamente los libera de responsabilidad frente a la situación propia, y como están libres de responsabilidad esto conduce necesariamente a un dejarse estar, dejarse llevar por las vicisitudes de la vida, sin jamás tomar el toros por las astas, porque finalmente no son culpables en nada de lo que les sucede.

Otra característica egocéntrica e infantil es la ansiedad respecto de las cosas. Actitud típicamente infantil es aquella de “lo quiero YA”. Es algo absolutamente comprobado la ausencia de paciencia en la sicología infantil. Nada más terrible que tener que estar en una sala de espera de un médico aguardando un par de horas acompañado por niños, o hacer un viaje en auto de largas horas escuchando:¿cuanto falta para llegar?. Ahora bien, decíamos anteriormente que el egocéntrico quisiera que el mundo fuese como un juego, es decir con reglas que fueran puestas por él mismo, y si las cosas no salen como él quiere, podría modificar según la propia voluntad el juego. Hay en esto un cierto irreal deseo de omnipotencia, que todo se someta a la propia voluntad. A causa de ese deseo de sometimiento de la realidad a su voluntad se vuelve incapaz de respetar los tiempos, en cierto modo naturales, que impone el obtener cualquier cosa. De hecho, vivir en el tiempo es una consecuencia de nuestra limitación humana y debemos aprender a respetarla con humildad. No querer respetar los tiempos de cualquier proceso de plenificación es clara señal de ansiedad y egocentrismo.

La cursiva es de la fuente original

Ropa-hombre-y-mujer-recortada-Trab-e1288396598857Digo yo que lo que habría que preguntarse es qué pasa que todo lo que sucede en mi vida va conmigo? Qué importante me creo yo que todo me pasa a mi? todo confabula en mi contra, todo me afecta, a lo personal, a mi persona, sólo me veo a mí, nadie me quiere como a mi me gustaría, no me comprenden, no están por mí. Todo eso no es mas que estar fuera de ti, buscar en un sitio equivocado el llenar algo que falta en ti, que no te dieron y que tú no te das. Es buscar la forma de cerrar un ciclo, cerrar un asunto pendiente, una Gestalt inconclusa. Esa es la insatisfacción profunda de estar sumido y enfocado en lo que falta, buscar fuera de mí lo que me falta, estar asomado a un abismo que te hace perder el equilibrio (porque el equilibrio sólo te lo puedes dar tu, el autoapoyo), y para no caer te aferras, a lo que sea, aunque sea un mísero pensamiento positivo entre cincuenta mil negativos, eso, ese abismo se llama carencia. Y es insaciable. Y hace que te aferres para bajar por él, al menos, despacio y no de golpe. Porque de golpe, el dolor es monumental, el vacío es inmenso. Y ese abismo es muerte, la aceptación de que la pérdida está, y tú estás con ella. Y lo que sucede es que eso no es cuestión actual, ese agujero negro que te absorbe cada vez mas no es de ahora, sino de antaño, del niño ese que vive en tu interior y que resultó herido. En la carencia se remueven cosas nucleares que con dificultad vas a poder entender y te van a dejar sin armas, porque las armas son solo tuyas, del adulto. Tu eres el único que puede bajar por ese abismo despacio y no es tarea de otro el ayudarte a hacerlo, porque cuanto mas otro necesites, mas carencia vas a vivir ya que el asunto del vacío existencial no es de ahora.frase-la-escasez-es-la-carencia-de-algo-y-de-esa-carencia-nace-el-deseo-pero-lo-mas-importante-no-es-dalmiro-saenz-182700

Entrégate, acepta, asume y vive la experiencia de no ser nada, de ser un mísero microbio en el universo, en el cual nadie te dijo que coño habias venido a hacer y tu, con tu empeño en encontrarlo, no paras de dar vueltas por esta vida sin que nada sea de tu agrado, con nada te conformas porque nada te llena la carencia, agujero sin fondo, agujero negro hyper espacial que debes atravesar para salir lanzado por el otro lado pero no al lugar donde tu esperas sino al lugar donde la vida te lleve, controlador. Eso sólo pasará al aceptar que no eres mas que un ser dirigido por algo mas grande que tu y que por mucha resistencia que pongas sólo vas a obtener mas dolor. Rendirte a ser dirigido y modelado por una consciencia que supera tu razonamiento, y hacerlo con humildad, vulnerabilidad, honestidad de ver, estar y permanecer en lo que sientes, sin escapar. Hasta traspasarlo. Y con compasión. Amándote, comprendiéndote, no juzgándote, tratándote bien podrás conseguir que el corazón no se te congele, no se vuelva duro sino que se ablande, podrás sostener y no entrar en la rabia, la ira o la envidia, o la avaricia ya que esto impide el avance y la felicidad.

Lao Tse nos invita a ir por la vía blanda, es más poderosa. El agua, yin, fluye, no tiene una forma definida, pero pulveriza las rocas. Los labios son los que protegen los dientes.

Y es que sentirse en la carencia no deja que puedas ser, porque si te permitieras ser lo que eres en un estado de carencia irías hacia la muerte, esa que la carencia te hace notar, que algo falta, te falta o no tienes, que no hay y que no se llena, ni se llenará porque la falta no es de ahora sino de niño. Y aunque en un estado de carencia no puedas ser tú, permanecer ahí sin querer cambiarlo hará que aceptes la muerte, dejarte morir en el abismo de tu propia falta de amor y renacer, revivir, remontar empoderado y lleno de amor, de respeto, dignidad, hacia uno mismo, y aceptación de lo que es, de lo que hay y de lo que hubo y quizás así, después de entregarte plenamente y de que mueras con tu carencia (y se que el vértigo que es brutal), podras volver a nacer y a vivir una vida con un camino por delante sin cargas
y sin buscar fuera de ti la responsabilidad de tus sentimientos
.

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Per-sona

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A veces, tengo la extraña sensación de que estoy “peormente” mejor, sí, estoy “peormente” mejor. Es que a veces siento que estoy jodido, que no avanzo, que he embarrancado la proa y necesito encender el motor para forzar el avance. Como que el fluir, a veces, parece ir despacio para conmigo mismo, el fluir interno hacia mi descubrimiento y recursos personales, hacia mi vida, parece que se atasca. Y es que conforme uno va avanzando en su proceso y se empieza a ver el culo, cuando empiezas a ver que no todo es bonito, cuando empiezas a descubrir tu lado oscuro, es cuando estás “peormente” mejor. Es incómodo hacerse cargo, muchas veces, del pastel que uno tiene. Y más cuando creía que no tenia nada, y de repente, toma, pastel de 3 pisos. De esos gruesos y rellenos, de los que cunden, de los dejan lleno. Cuando las personas van asimilando sus cosas y dejan de echar balones fuera, cuando empiezan a responsabilizarse de sí mismas, es cuando empiezan a estar “peormente” mejor, y más durante el proceso terapéutico.

Y… Qué es una persona?

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Sin entrar en muchas explicaciones y sintetizando, ya que lo mío no son las letras, persona viene de per-sonare. Para sonar más fuerte. Y es la máscara que se pone el actor, el griego, para sonar, para amplificar su voz y que todo el mundo le oiga. Progresivamente, en la comedia griega, se dejó de llamar per-sonare a la máscara y se le empezó a llamar así al papel que el actor representaba, al personaje. Más tarde, pasó a llamarse persona al ser humano, desde el punto de vista del personaje que todo ser humano es. El personaje que somos.

el-show-de-trumanOs acordáis del personaje que encarna Jim Carrey en El show de thruman, con ese interesante argumento que llama la atención, ya que parece que eso que le ocurre al protagonista sólo le ocurre al protagonista. Y yo me pregunto, ¿no seré yo Thruman? No estaré en medio de una obra de teatro? Dentro de esta obra, ¿no me ha tocado el papel de mi vida? ¿No me ha tocado un reparto de actores, mis padres, mis amigos, hermanos, etc? ¿No me han sido dadas las cosas que me toca hacer?¿No he aprendido a cómo actuar mi vida? Y quizás llevo ya en esta obra 40 años, 30, 20, 50, los que sean, y cuando salgo de este teatro y me relaciono, ya no me relaciono desde lo que soy, sino desde ése personaje que se me ha pegado y que sigo creyendo que soy, ése o ésa que hace y deshace, que representa ese papel. Ese personaje que ha aprendido a representar con éxito su propia obra de teatro.

Puedo ir de Don Quijote, o de Sancho Panza, o del que me haya gustado y haya elegido yo para mí, y al ir por la calle y encontramos, en lugar de encontrarnos desde nuestra esencia y relacionarnos desde lo que somos, nos relacionamos desde el Don Quijote, porque es imposible que yo deje de hacer de Don Quijote y tu de Sancho Panza.

Como Paco Moran en la extraña pareja, junto a Joan Pera. Tantos años haciendo la misma obra de teatro, creo que al rededor de 20, 25 años!!. o 50, en escena, actuando, representando, un montón de años en los que te reconocen por el personaje que eres. Y claro llega un momento en el que ya, evidentemente, ineludiblemente, eres ese. Y aquí es importante recordar que esto es lo que nos creemos que somos. Y que esto es plástico, esto se puede cambiar, es sólo un intermediario, es mi ego, mi persona, mi máscara, y se puede cambiar. Es el intermediario entre la esencia y el mundo, y es un intermediario que está muy arraigado. Todo lo que yo muevo dentro de mi, se amplifica y se mueve en mi personaje de una cierta manera, como si fuéramos una especie de transformer.

 

imagesEs que cuando uno va descubriendo el pastel, cuando va estando “peormente” mejor y se va dando cuenta de cosas, ha de ser capaz de mirarlo en distancia, sin opinar, sin juzgar. El proceso terapéutico es para eso, para ir ampliando la conciencia, el darse cuenta. Porque sólo siendo conscientes, sabiendo quien somos, qué hacemos, cómo actuamos, podremos elegir. Podremos cambiar. Sería una actitud como el investigador que investiga hormigas, que no opina. Sólo descubre cosas que anota en su cuaderno y constata lo que es. Cuando ve que las hormigas devoran al gusanito no empieza: vaya hijas de puta las hormigas, se comen sin piedad al gusano, y la pobre araña ahí al lado…. las hormigas … vaya hijas de puta. No hace eso no, dice: Son las 9 de la mañana, las hormigas rodean al gusano a modo de emboscada, empiezan a comer por la cabeza, lo descuartizan y se lo llevan para adentro. Observando solamente cómo se dan las cosas, sin opinar.

tumblr_llobu4Ptei1qzmcdko1_500Pero vamos, que cuando uno se coloca en investigador de su propio carácter, de su manera de ser, cuando descubre su pastelazo, generalmente dice: oooh que horror, soy una mierda. Es que siempre lo has sido!!! Cuando lo descubre debe decir oooh, de puta madre, esto es lo que me voy a currar, esto es lo que quiero transformar y lo que voy a llevar a terapia. Conforme vas poniéndote en modo investigador de ti mismo, vas viendo tu personaje, sus impulsos, los hábitos, las rutinas, el funcionamiento por defecto. En el momento que me entero, que me doy cuenta, ya dejo de ser eso, puedo salir de ahí. En cambio, si me quedo identificado no puedo operar, no puedo trabajar si sigo pegado al asunto. Y ahí es donde el barco embarranca, donde la cosa no fluye, donde repito patrones.

 

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Es una posible actitud a tener, conforme vamos viéndonos: que bien: soy un puto manipulador, soy una sufridora del copón. Cojonudo. Que bien tengo un nuevo dato. No soy yo, es eso, eso es así. Porque todos vamos a dejar al personaje cuando muramos, no hace falta detenerse a darle brillo a la moto, porque te vas a quedar sin ella. Sólo lo justo para que funcione bien y te lleve a los sitios a donde quieres ir, y en condiciones. Todo esto sirve para colocarse en un lugar de trabajo, en un lugar donde no representar ni quedarse anclado en esa persona que eres, en ese personaje para con la vida que te ha tocado y que has elegido vivir, para avanzar, para no repetir.

Gracias Ramón Ballester y tu conocimiento sobre el carácter y la personalidad.

Deixata portar

Voy a escribir esta entrada empezando por esta frase: “deixata portar”, y en ella van a ir mis emociones de este fin de semana.

Y es que he estado de boda, y me han hecho un gran regalo, esta frase: “Miquel, espero que aviat trobis a la parella de la teva vida. Jo quan vaig deixar de voler-ho controlar tot i em vaig deixar portar la meva vida va cambiar. Deixa’t portar i l’amor verdader t’apareixerà sol. Segueix els señyals“.

Y es que cuando uno ya está empezando a estar en la frontera de dar las cosas por perdidas y recibe esto, se emociona y no hay para menos. Son ya varios los años en los que he visto pasar la dichosa figurita de mesa en mesa, de novio en novio, de pareja en pareja, y siempre pasaba por delante y nunca se paraba. Y muchos los amigos que han pasado por ahí, y familiares. Muchos los que en mi vida han apostado por llegar lejos en pareja. Y la estatua nunca, yo siempre pensaba: me la van a dar, me la van a dar. Pues no. Pues toma, ahora si.

IMG_1579.JPGEsa estatuilla que durante toda mi vida he ido viendo pasar de mesa en mesa, llegó. Esta vez la rulatea se paró en mi casilla. Esta vez me tocó a mi. Y yo como siempre esperaba que pasase de largo, pero no, se plantó, y se quedó, y me la dieron a mi. Y mi sorpresa es enorme. Cuando tengo la sensación de que ya estoy en el olvido de los demás, cuando ya nadie cuenta conmigo, ahora que ya no soy molón y cuando más olvidado me tengo a mi mismo, cuando ya no soy capaz de sentir(me) lo que era, ahora que estoy aceptando lo nuevo de mi, cuando estoy empezando a aceptar que lo que era ya no es, y regreso al entorno donde durante toda mi vida yo he sido el referente para algunos de los allí presentes (mis primos mas pequeños), y cuando además asisto con el vacío personal que siento ahora, resulta que hay algun alma que me tiene en cuenta, que se acuerda de mi.

Pero es que por dios, me doy cuenta de que no paro de juzgar y juzgarme, de proyectar. Me descubrí a mi mismo ya sólo al llegar todo el discurso mental interno que se me disparaba. Cómo pretendo estar bien conmigo mismo si no paro de juzgarme. Es que me resulta muy difícil después de haber tenido una infancia, adolescencia y juventud en la que me he sentido totalmente al contrario de lo que siento ahora, siempre me he sentido importante, el centro, la persona con la que todos cuentan y quieren a su lado. El que sabe hacer eso y le sale bien. En cambio ahora no, no me siento así. Estoy en el otro extremo. Y es desde ahí desde donde ya no soy quien era, desde el juicio, desde la racionalización que me impide entrar en contacto y aceptar lo que es, lo que hay, lo que soy ahora, sin juzgar ni pretender castigar(me). Porque lo que yo era, es parte de lo que soy y es gracias a lo que era que estoy donde estoy. Y es también desde ése lugar desde el que no me dejo llevar ni fluir, desde la rigidez que produce el querer que las cosas sean como uno quiere, como antes. Y la cosa es mas sencilla, es esa cosa de observar sin juzgar, sin poner de lo propio, lo que facilita el estar con lo que hay, en el presente, en contacto, receptivo y abierto a lo interno en relación a lo externo. Es darse cuenta de lo externo y lo interno sin poner juicio entre medio.

Y vuelvo a ello. Alguien se acuerda de mí, me tiene en cuenta y ha pensado en mí para desearme algo bonito, para darme algo suyo, de su día, de su ilusión. Dios como me apreta la garganta, me quema la cara, y la nuez no para de moverse. Estoy muy emocionado. Me caen las lágrimas. Se han han acordado de mí, alguien públicamente me desea algo bueno(almenos para mi). Desea que sea el siguiente de la familia en casarse. Pero si no tengo novia!!! Me siento reconocido, enormente reconfortado y agradecido, me siento querido. Y aquí es donde me doy cuenta de nuevo la dificultad de sentir cuando no sientes, y me explico. No puedo sentirme querido por los demás cuando yo mismo no me quiero. Cuando me rechazo, me juzgo, me castigo, me aíslo, etc.

Y es que si hay algo extraño y paradójico en esta vida es esto, que no es lo que esperas, que una persona que por lo que cabría esperar(bajo mi juicio) no debiera acordarse de mí, va y me hace un regalo de semejante significación, va y me pasa el relevo. Dios!!! Que emocion. Y es que si algo tiene la vida es que no es como esperas, que mas vale fluir que controlar, que mas vale soltar que retener. Porque esperar que algo sea como te gustaría no es mas que ilusión, expectativa, esperanza … y cuando eso no se cumple, eso que esperas no llega, cataclak, piñazo, pupita, frustración, enfado, rabia, me quedo trabado, no avanzo. Y se disparan las neuras.

Pues toma controlador, ración de vida. Fuera de mi control estaba verme en una situacion similar y aquí estoy, con una estatuilla en mis manos y todo el mundo mirándome y aplaudiendo. Te lo agradezco en el alma Xavi, me has echo sentir importante para ti, y eso me emociona. Y siento un gran reconocimiento y amor hacia ti, eso y que hace muchos años que no nos vemos y que nuestra relación no ha sido unida ni mucho menos. Sólo mantengo un único recuerdo de infancia contigo, donde jugábamos en tu casa con tu hermano mayor, tu y yo de invitado.

IMG_1580.JPGTe agradezco mucho el gesto, me ha tocado, en lo más profundo, y en diversos aspectos. Y me emergen las ganas que tengo de amar y que me amen, de encontrar en la pareja desde lo profundo, en la vinculación más enraizada desde el amor al otro, el reconocimiento como ser, y la individualidad como persona que ha elegido compartirse conmigo.  Y es que entre tanto amor, que a mi deseen lo mismo en su dia, no es para menos, me veo ahi y me muero, de miedo, de compromiso, de vida, de amor y encima suena boig per tu. Y es que el control es mental, es una herramienta de la mente que aunque muchas veces es necesaria, usada en exceso nos desconecta de nuestro ser, de nuestra emoción, de nuestra necesidad genuina. Y nos frena, nos aparta, nos paraliza muchas veces para precisamente eso, no sentir, no exponerse, no asomarse al vacío, no arriesgarse a que el otro nos llegue y pueda hacernos daño. ¿Y qué es el amor sin confiar?

Pues Xavi, aquí en público te dejo mis mas sinceros deseos de prosperidad, de amor, amor del bueno, del que no posee sino el que libera, amor del que recibe y no exige, del que da y no espera, del que pide y no manipula, del que muestra y demuestra, amor de ese que te hace aprender, crecer, prosperar. Te deseo esa complicidad que se siente al mirar a ésa persona amada y saber que te ve, que le llegas y ella te llega, sin palabras, desde la conexión, la vinculación que desea lo mejor para el otro porque eso es lo mejor para ti, para vosotros. Felicidades por esta unión y prosperidad a esta nueva familia que se ha creado.