Madre, deseo, mujer y apego
En el hombre, hay mucho apego a la figura materna. Esa relación con la madre, puede que sea muy nutritiva, a no ser que esa relación haya sido invasiva por por parte de la madre en la infancia del varón.
La madre debe representar la aceptación, la contención y la protección al niño.
Una vez que el hombre ha conseguido liberarse de la madre, de la relación de dependencia o apego con la madre, hay una tendencia en ver a la mujer como un objeto sexual, sin interesarle mucho mas todo lo que pude ofrecer una mujer.
Es como parte del proceso madurativo normal. Aunque en lo neurótico se producen estancamientos. Como Don Juan, que se atascó con Elena.
Cuando se logra sobrepasar esto, el hombre empieza a ver a ver a la mujer como fuente de crecimiento, como persona, empieza una relación nutritiva más de tú a tú.
Se puede vivir siempre con la intención de satisfacer a la madre, y no se satisface nunca. Ese sentimiento nunca se puede resarcir intentando complacer, y menos habiendo tenido una madre victimista que hace aparecer sentimientos de que haces sufrir a tu madre.
Al vivir con una madre víctima, el hijo aprende a vivir pendiente de satisfacer, vive sintiéndose culpable y luego va por la vida intentado satisfacer a la mujeres. Además, luego aparece una fuerte rebeldía contra la mujer, ya que es su fuente de culpabilidad, sufrimiento e invasión. Y a eso, además, puede añadírsele la aparición de la falta de deseo, que no es mas que una agresión contra la mujer.
Vendría a ser algo así como la creencia interna de que la mujer espera cosas de mi, y que si no las cumplo algo malo va a pasar. De esta manera y para evitar conflictos con ella se sigue esta dinámica de complacer-castigar. Aunque así, evitando confrontar los conflictos, éstos aparecen luego de forma indirecta.
Ése es el proceso de maduración del hombre en relación a la mujer, los estadios para la maduración personal del hombre en relación con lo femenino, con la mujer y con la relación con ese aspecto tan necesario para la vida, la propia ánima (mujer o aspecto femenino interno) dentro del hombre.
El arquetipo del ánima en el hombre, como propuso Jung, representa lo eterno femenino en el inconsciente de un hombre. La importancia del ánima es fundamental puesto que para un hombre abre potencialmente una vía hacia el si mismo, hacia su proceso de evolución e individuación. Jung destacó cuatro estadios en el desarrollo del ánima ligado al proceso de individuación:
Eva, donde el ánima se confunde con la madre personal
Helena de troya, donde el ánima se confunde con la mujer como ideal sexual y erótico
María, donde se establece el vínculo de lo femenino con lo religioso en una especie de maternidad espiritual y la visión adulta de para establecer relaciones duraderas.
Sofía, llamada en la biblia sabiduría. El ánima es ya decididamente el guía interno que se convierte en el intermediario entre la consciencia y el inconsciente.