El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde, aun siendo un relato de ficción, es un estudio clásico de una personalidad narcisista. Del mismo modo que Narciso, Dorian Gray era un joven sumamente agraciado. Además, la belleza de su apariencia coincidía con la de su carácter. Era amable, considerado y se preocupaba por los demás. Quiso el destino que el físico de Dorian llamase la atención de un renombrado artista, y éste emprendió la tarea de pintar su retrato. También atrajo el interés del diletante Lord Henry, que se encargó de enseñar a Dorian los modos y maneras para desenvolverse en un mundo de sofisticación.Con halagos, Lord Henry sedujo a Dorian y le hizo creer que era muy especial debido a su excepcional belleza física. Convenció al joven de que estaba obligado a conservarla. Una forma de proteger su hermosura era no permitir que ningún sentimiento intenso perturbara la paz de su mente ni dejara huellas en su rostro ni en su cuerpo. Pero ¿cómo se pueden evitar los estragos del tiempo? Dorian empezó a estar muy preocupado por su apariencia. Qué pena, pensó, que la imagen del cuadro siempre le mostraría como un joven radiante, feliz y guapo, mientras que él envejecería y se iría deteriorando. Ojalá fuera al revés, rogaba él, y eso fue lo que sucedió.
Los años pasaron por Dorian Gray sin que su físico mostrara el menor signo de envejecimiento o de cambios. A los cincuenta años parecía que tuviese veinte. Ninguna arruga que pudiese reflejar las preocupaciones de la vida surcaba su rostro. Su secreto era el retrato, que envejecía por él y mostraba la fealdad de una existencia vivida sin sentimientos. Pero Dorian escondió el retrato y nunca lo miraba.A falta de sentimientos, Dorian pasó su vida buscando sensaciones. Seducía a las mujeres (lo que le resultaba fácil con su encanto y su belleza) y después las abandonaba. Inició en vicios y drogas a jóvenes que le admiraban, arruinando así sus vidas. Llevó casi al suicidio a una actriz joven y encantadora que se hallaba al comienzo de su carrera; ella se había enamorado de Dorian y él la rechazó cuando vio que como actriz no daba la talla de estrella que él esperaba y que fue el motivo de sentirse atraído por ella. Y todas estas cosas no generaban en él remordimiento alguno. Nunca miraba el retrato, no se enfrentaba a la realidad de su vida.

Aparte de Dorian, nadie conocía la existencia del cuadro, con excepción del pintor del mismo y de Lord Henry. Cuando el artista quiso ver de nuevo el retrato, Dorian le asesinó. Para ocultar su crimen, se sirvió del chantaje para obligar a un admirador suyo a deshacerse del cadáver, y éste acabó suicidándose. No obstante, al final Dorian sí quiso ver el retrato, no pudo resistir por más tiempo la curiosidad que sentía ni la inquietud creciente que le atormentaba por dentro. Se arriesgó a ir hasta el oculto lugar donde lo había escondido y descorrió el velo que lo cubría. La expresión retorcida y torturada del rostro envejecido que vio le causó tal horror que cogió un puñal y rasgó el lienzo. A la mañana siguiente, uno de sus sirvientes encontró a Dorian caído en el suelo frente al cuadro, con un puñal clavado en el corazón (lo que halló fue un anciano con la expresión del rostro retorcida y torturada. ¿Cómo pudo un hombre tan hermoso llegar a tener un carácter tan horrible? Al principio la belleza del rostro de Dorian Gray no era tan sólo superficial, no era una fachada. Entonces era tan bueno por dentro como bello por fuera. Pero Oscar Wilde creía que la naturaleza humana es susceptible de corrupción, y yo estoy de acuerdo con él. Se puede seducir al inocente con promesas de amor, de poseer riquezas o de alcanzar cierta posición social. Este tipo de seducción se produce constantemente en nuestra sociedad, y favorece así el desarrollo de la personalidad narcisista.

A pesar de que la historia de Dorian Grey es una ficción, la idea de que una persona pueda tener una apariencia que sea pura contradicción con su estado interior es perfectamente válida. A menudo me sorprende enormemente que la mayoría de narcisistas parece mucho más joven de lo que es. Sus rasgos y su piel tienen una tersura en la que no se aprecian las arrugas que causan las preocupaciones y los problemas de la existencia. Este tipo de personas no permite que la vida les toque —es decir, no consiente que aspectos internos vitales afloren a la superficie física y mental—. Esto es lo que yo llamo negar los sentimientos. Sin embargo, los seres humanos no están inmunizados contra la vida, y el envejecimiento que no se ve por fuera se produce por dentro. Finalmente, al igual que en el caso de Dorian Gray, el dolor y la fealdad del interior se abre paso a través de la negación de la realidad y parece que la persona haya envejecido de un día para otro.
No obstante, y hasta cierto punto, todos somos un poco como Dorian Gray. A menudo nos sorprendemos, incluso nos asustamos, cuando nos miramos en el espejo. Nos chocan las arrugas de la piel, la tristeza de la mirada, el dolor que expresa el rostro. No esperábamos vernos así. Mentalmente, nos veíamos jóvenes, con la piel lisa y la expresión despreocupada. Al igual que Dorian, no queremos afrontar la realidad de nuestra vida. Esta discrepancia entre el aspecto que tenemos y el que nos gustaría tener también se aplica al cuerpo, que debería ser más visible que el rostro para nosotros. Cerramos los ojos a la carencia de armonía de las diversas partes del cuerpo y a la falta de gracia en los movimientos. La ropa nos ayuda a esconder esta realidad, ante nosotros mismos y ante las demás personas, y así podemos formarnos una imagen corporal que está muy lejos de la real.

Nos enseñan muy pronto a ocultar los sentimientos y a poner buena cara ante el mundo. Esto es lo que me enseñaban cuando era niño: «Sonríe y el mundo sonreirá contigo, llora y llorarás solo». Ellen, otra paciente, me explicó una historia similar: «Recuerdo que estaba sentada posando con coquetería mientras me hacían una foto. Todavía la conservo. Lo que transmite la imagen es: “Mira que niña tan encantadora soy”. Mi padre solía decir. “Para conseguir todo lo que desee, lo único que debe hacer una chica es sonreír”. Así que he ido sonriendo por la vida mientras por dentro se me rompía el corazón»

*del libro de Alexander Lowen El Narcisismo la enfermedad de nuestro tiempo.
Sólo podemos experimentar el mundo externo a nosotros a través del cuerpo. Si se niegan los sentimientos corporales, se corta la relación que a través de los sentimientos se mantiene con el mundo. Si lo que te mueve es generar un bien para la concepcion que tienes de ti, vas a estar viviendo constantemente para agrandar tu ego. Si no te paras y empiezas a tener en cuenta qué es lo que sientes interiormente, y actuar honestamente en consecuencia, tarde o temprano vas a convertirte en lo que suelo llamar un muerto viviente, ese que no se puede permitir sentir, mas bien no siente, y mucho menos mostrarlo al mundo, ya que le haria entrar en la confusion entre la creencia de lo que es y lo que realmente es (ego-yo), proyectándolo al mundo con el miedo al que diran de mi…. no me van a querer.

Si solo te ves a ti, si solo actuas para ti, si solo te mueves por ti, planteate que quizas no estes viviendo, sino mas bien perdido en un mundo en busca de un amor que precisamente por tu actuacion no encuentras ya que no sientes. Si tiemes un pobre sentido del “yo, o self llamado en gestalt”, tus actividades no van dirigidas hacia ti, sino a potenciar tu imagen, y como consecuencia, te vas a acabar resintiendo.

Sin la aceptación del yo, no puede existir el amor al yo “self”. Si una persona no se ama a sí misma, tampoco puede amar a los demás. Se podría considerar que amar es compartir el yo con otra persona. La relación sexual es una expresión real del amor cuando se comparte el yo, pero si no se comparte, entonces no es más que un contacto narcisista. Intimar significa compartir el yo, pero es necesario tener un sentido del yo para poder compartirlo. Todos necesitamos de los demás. Si una persona tiene un sentido del yo, se necesita a otra persona para compartirlo. Pero, incluso si no lo tiene, como le ocurre al narcisista, sigue necesitando de los demás —para que apoyen y aplaudan la imagen del yo que se ha forjado—. Sin la aprobación y la admiración de los demás, el ego del narcisista se desinfla, porque no está conectado al yo y por tanto no puede alimentarse de él. Por otro lado, la admiración que pueda recibir el narcisista sólo hincha su ego, no le sirve para nada al yo. Entonces, al final el narcisista acaba por rechazar a los admiradores, del mismo modo que ha rechazado su verdadero yo.

El amor esta en sentir(te), si, a ti, con el cuerpo (tu casa). Sentirte a ti, aceptar humildemente la realidad, de quien eres, de tus sentimientos, tu presencia (que no tu imagen), tu ser, para así poder sentir despues al otro, y de esta forma dejar salir el amor, para que tambien pueda entrar y poder sentir que te aman es únicamente posible si tu te amas a ti.