La silla vacía

La silla vacía

En la terapia Gestalt, intentamos evitar todo lo que no está o no se desarrolla en el presente, incluso si el conflicto que aparece hace referencia al pasado o a un evento del futuro, traemos ese material al aquí y ahora, porque sólo en el presente es donde se puede integrar. No podemos valorar la importancia del presente si no tenemos en cuenta las trampas que nos ponemos a nosotros mismos refugiándonos en el pasado o en el futuro.

El aquí y ahora significa maduración y crecimiento, lo demás no es otra cosa que seguir echando balones fuera y movilizar el entorno en lugar de usar nuestro propio autoapoyo.

Es algo así como seguir dándonos razones y explicaciones a nosotros mismos para no salir de donde estamos, para seguir creyendo lo que creemos, culpando al mundo y no asumiendo nuestra responsabilidad para con nuestra vida, sería como darnos motivos para seguir creyendo que tenemos razón y no aceptar los hechos que nos están sucediendo.

En el fondo, estamos donde queremos estar, estamos haciendo lo que queremos hacer, aun cuando equivalga a una tragedia aparente. Si podemos descubrir nuestra libertad dentro de nuestra esclavitud, también podemos descubrir nuestra alegría esencial bajo la cubierta de la victimización, así podremos encontrar la salida.

El poder de la empatía

La silla vacía es un técnica frecuentemente utilizada en la practica clínica y muy útil para que el paciente pueda entrar en contacto con sentimientos, pensamientos y emociones que no dejan fluir con soltura y/o normalidad su vida. Más que una técnica, es un espacio para la conciencia, para el darse cuenta, un lugar para la experiencia.

El uso de la silla vacía, tiene la finalidad de hacer una exploración interna, y se utiliza cuando el paciente necesita percatarse de sus fantasías, prejuicios, temores o demandas hacia el otro, hacia sí mismo o hacia el mundo.

En el caso de conflictos, se usa para empatizar con el punto de vista del otro y esto puede ayudar a ampliar las posibilidades a la hora de posicionarse ante el conflicto. De este modo, se coloca en la silla de manera imaginaria a la persona con la que se tiene el conflicto, delante del paciente, y se le pide al paciente que genere un diálogo entre ambas partes. Al ir asumiendo el rol en cada una de las sillas, el paciente podrá experimentar los dos personajes conversando con sus conflictos y emociones.

Es una oportunidad de poner conciencia en los pensamientos y las emociones que experimenta al ponerse en la piel de la otra parte o personaje representado, así como darse cuenta de las resistencias que aparecen a la hora de llevar a cabo esta técnica (¿Qué me pasa que no soy capaz de decir y/o hacer esto? ¿Qué estoy evitando?).

La práctica de esta técnica produce la expresión de sentimientos y el terapeuta deberá ir cuidando la intensidad con la que se produce, la no interrupción, el tono de voz, el lenguaje no verbal y en especial señalar lo que se está evitando. Es fundamental llegar al punto fóbico que la persona evita contactar, para ello el terapeuta deberá frustrar las manipulaciones del paciente mediante consignas y confrontaciones, y apoyará las expresiones. El punto culminante de la experiencia con la silla vacía llega cuando la situación se hace insostenible, cuando no hay salida y la persona necesita resolverla de forma creativa, asumiendo soluciones y responsabilizándose de él mismo.

Posteriormente es necesario integrar la experiencia de las dos partes, donde se encuentra una respuesta novedosa que contendrá la expresión genuina de la necesidad predominante y la emoción contenida, dando así posibilidad a poder cerrar la Gestalt, o al menos percatarse de lo que sería necesario.

Es la oportunidad de hacer lo que nunca se pudo, de expresar lo inexpresado, de decir lo que nunca se pudo decir y de aprender a parase sobre sus propios pies.

El diálogo por sí mismo puede generar la resolución del conflicto pero, en caso de que no fuera así, se utilizaría la información privilegiada que surge de esta técnica para resolverlo con otros métodos y técnicas.

El uso de las sillas caliente y vacía se ha convertido en un emblema de la terapia Gestalt, algo así como el diván para el psicoanálisis.

El cambio lleva tiempo

El cambio lleva tiempo

El otro día leí, que de mayores nos hacemos lo que nos hicieron nuestros padres cuando éramos pequeños.

Y pensé, será asi? Será que la manera que tengo de actuar y de tratar(me), y lo escribo así porque de la manera que me trato a mi es la manera en que trato a los demás, es la misma que recibí cuando era niño?
Y empecé a observar(me), dejarme sentir en qué lugar estoy actualmente, no físicamente claro, sino emocionalmente, dejar que llegue a mi conciencia cómo siento que es mi vida, cómo me siento yo viviendo esta vida que tengo y cómo actúo, qué hago, cómo me trato yo a mi mismo y cómo trato a los demás. Hacia donde me arrastran las fuerzas y movimientos de mi inconsciente, que por mucho que me empeñe en que no, que no quiero esto para mí, acaba siendo, quizás por olvido de mí, el mismo agujero en el que siempre vuelvo a caer.

Y así te lo digo: SI.

Si que me trato como me trataron cuando fuí niño. Soy yo mismo el que me dejo caer en ese estado, sería antinatural recibir otra cosa distinta a la que recibí, al afecto, al trato, al cariño, a la comprensión, a la ternura, al amor del cual yo sentí que era digno de recibir. Y es que claro que no puedo tener otra cosa, porque es que soy yo mismo el que pienso eso de mi, el que me infrinjo lo mismo y me maltrato, el que me culpo y el que me abandono y el que me doy el trato que aprendí en mi propia piel. Y es que hay cosas que llevamos grabadas a fuego, hay cosas en la vida que se infiltran hasta la médula y ahí están, dando por saco una y otra y otra vez.

Me doy cuenta de ello, y lo cambio. Me quiero. Y vuelvo a olvidarme de mí. Otra vez me siento igual. Me cuesta verlo, cada vez menos, pero es como un mantra, que por suerte, cada vez dura menos. Al final llega un momento (con el trabajo) como en el que creo que yo estoy ahora, que digo YA ESTÁ BIEN, ya basta, se acabó, pasa la página, déjame en paz de una vez porque en mi vida, ahora, mando yo. Hago callar a esa vocecita que no deja de machacarme y de decir ves, si es que yo tenia razón, esto es así! Todo eso que te digo tantas y tantas veces es cierto!
Y a ésta es a la postura a la que uno llega cuando lo ha visto ya en cinemascope. Me lo he mirado del derecho, del revés, por arriba, por abajo, lo he entendido, lo he trabajado, lo he llorado, lo he pataleado, me lo he sacado de encima y el puto cabrón ha vuelto a venir. Otra vez dando por saco, otra vez el mismo sentimiento, el mismo malestar. Y es que sin querer, a veces, algunos de nosotros, nos quedamos enganchados en eso (en lo que en gestalt lllamamos una gestalt inconclusa). Una cosa que fué, y quedó abierta pero que ya no es, y que dentro nuestro sigue pugnando por cerrarse, por satisfacer eso que se necesitó en el momento original y que ahora ya no va a poder satisfacerse. Por eso se repiten los patrones, porque inconscientemente nos metemos en las cosas de la vida que nos permitan revivir esa situación que quedó abierta para poderla cerrar.

Pero bueno ya está bien, acaso voy a tener que pagar toda mi vida esto? A caso voy a tener que sentirme victima por siempre de mis circunstáncias? Es que no hay otra salida que vivir así, con esta sensación por siempre? Ya no voy a poder cerrar esa situación, porque ni soy el mismo, ni las personas con las que eso me sucedió son las mismas. Para eso me sirve la conciencia.

Y me invade un profunda compasión. Una mirada llena de ternura hacia un niño que no tuvo más remedio que el que le tocó, que no tuvo otra opción a vivir lo que vivió. Esa mirada compasiva que entiende que uno no tuvo culpa de nada, que las cosas fueron como fueron y que no tuvo nada que ver con lo que le sucedió. Y entonces me invade la paz y una profunda comprensión y cariño hacia todo mi ser. Y siento la inocencia del niño que fuí. Y entiendo mi vida, mis dificultades, perdono el no saber hacerlo de otra forma y no por ello debo castigarme.

Y es que vivir no es fácil, nadie nos ha enseñado, hemos llegdo a este mundo y nos han arrancado de nuestra madre sin tan siquiera darnos tiempo a nada, nos han lanzado a crecer en un entorno para cual no venimos preparados, un entorno lleno de amenazas para un ser tan indefenso y lleno de amor como es un niño. Nunca nadie nos dijo como enfrentar el sufrimiento, como traspasar el dolor, como amarnos de verdad. Y así es como la mayoría de nosotros vivimos, ciegos ante nosotros mismos, sin querer ver, con una cantidad de dolor guardado inconscientemente en las mazmorras de nuestro infierno deseando que no salga nunca, sin saber que eso es lo que nos va a curar, nos va a hacer crecer, madurar, te va ha hacer mas fuerte, te va a convertir, si decides confrontarlo y no te rindes hasta traspasarlo, en un individuo de verdad, uno de esos que es capaz de darse él mismo el apoyo que le hace falta en el momento en el que le hace falta, que no necesita del entorno para sentirse válido, no necesita la mirada del otro para sentirse querido, aceptado, respetado y un sinfín de cosas más porque ahora ya es capaz de dárselo el mismo, de amarse, quererse, aceptarse, respetarse, validarse sin sentirse mal por ello.

Es el camino de toda una vida el que nos va a permitir crecer y madurar, y cuanto antes empieces a hacerte consciente más tiempo tendrás para disfrutar de ti mismo.

La historia de Dorian grey y el narcisismo

La historia de Dorian grey y el narcisismo

El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde, aun siendo un relato de ficción, es un estudio clásico de una personalidad narcisista. Del mismo modo que Narciso, Dorian Gray era un joven sumamente agraciado. Además, la belleza de su apariencia coincidía con la de su carácter. Era amable, considerado y se preocupaba por los demás. Quiso el destino que el físico de Dorian llamase la atención de un renombrado artista, y éste emprendió la tarea de pintar su retrato. También atrajo el interés del diletante Lord Henry, que se encargó de enseñar a Dorian los modos y maneras para desenvolverse en un mundo de sofisticación.Con halagos, Lord Henry sedujo a Dorian y le hizo creer que era muy especial debido a su excepcional belleza física. Convenció al joven de que estaba obligado a conservarla. Una forma de proteger su hermosura era no permitir que ningún sentimiento intenso perturbara la paz de su mente ni dejara huellas en su rostro ni en su cuerpo. Pero ¿cómo se pueden evitar los estragos del tiempo? Dorian empezó a estar muy preocupado por su apariencia. Qué pena, pensó, que la imagen del cuadro siempre le mostraría como un joven radiante, feliz y guapo, mientras que él envejecería y se iría deteriorando. Ojalá fuera al revés, rogaba él, y eso fue lo que sucedió.
Los años pasaron por Dorian Gray sin que su físico mostrara el menor signo de envejecimiento o de cambios. A los cincuenta años parecía que tuviese veinte. Ninguna arruga que pudiese reflejar las preocupaciones de la vida surcaba su rostro. Su secreto era el retrato, que envejecía por él y mostraba la fealdad de una existencia vivida sin sentimientos. Pero Dorian escondió el retrato y nunca lo miraba.A falta de sentimientos, Dorian pasó su vida buscando sensaciones. Seducía a las mujeres (lo que le resultaba fácil con su encanto y su belleza) y después las abandonaba. Inició en vicios y drogas a jóvenes que le admiraban, arruinando así sus vidas. Llevó casi al suicidio a una actriz joven y encantadora que se hallaba al comienzo de su carrera; ella se había enamorado de Dorian y él la rechazó cuando vio que como actriz no daba la talla de estrella que él esperaba y que fue el motivo de sentirse atraído por ella. Y todas estas cosas no generaban en él remordimiento alguno. Nunca miraba el retrato, no se enfrentaba a la realidad de su vida.

Aparte de Dorian, nadie conocía la existencia del cuadro, con excepción del pintor del mismo y de Lord Henry. Cuando el artista quiso ver de nuevo el retrato, Dorian le asesinó. Para ocultar su crimen, se sirvió del chantaje para obligar a un admirador suyo a deshacerse del cadáver, y éste acabó suicidándose. No obstante, al final Dorian sí quiso ver el retrato, no pudo resistir por más tiempo la curiosidad que sentía ni la inquietud creciente que le atormentaba por dentro. Se arriesgó a ir hasta el oculto lugar donde lo había escondido y descorrió el velo que lo cubría. La expresión retorcida y torturada del rostro envejecido que vio le causó tal horror que cogió un puñal y rasgó el lienzo. A la mañana siguiente, uno de sus sirvientes encontró a Dorian caído en el suelo frente al cuadro, con un puñal clavado en el corazón (lo que halló fue un anciano con la expresión del rostro retorcida y torturada. ¿Cómo pudo un hombre tan hermoso llegar a tener un carácter tan horrible? Al principio la belleza del rostro de Dorian Gray no era tan sólo superficial, no era una fachada. Entonces era tan bueno por dentro como bello por fuera. Pero Oscar Wilde creía que la naturaleza humana es susceptible de corrupción, y yo estoy de acuerdo con él. Se puede seducir al inocente con promesas de amor, de poseer riquezas o de alcanzar cierta posición social. Este tipo de seducción se produce constantemente en nuestra sociedad, y favorece así el desarrollo de la personalidad narcisista.

A pesar de que la historia de Dorian Grey es una ficción, la idea de que una persona pueda tener una apariencia que sea pura contradicción con su estado interior es perfectamente válida. A menudo me sorprende enormemente que la mayoría de narcisistas parece mucho más joven de lo que es. Sus rasgos y su piel tienen una tersura en la que no se aprecian las arrugas que causan las preocupaciones y los problemas de la existencia. Este tipo de personas no permite que la vida les toque —es decir, no consiente que aspectos internos vitales afloren a la superficie física y mental—. Esto es lo que yo llamo negar los sentimientos. Sin embargo, los seres humanos no están inmunizados contra la vida, y el envejecimiento que no se ve por fuera se produce por dentro. Finalmente, al igual que en el caso de Dorian Gray, el dolor y la fealdad del interior se abre paso a través de la negación de la realidad y parece que la persona haya envejecido de un día para otro.
No obstante, y hasta cierto punto, todos somos un poco como Dorian Gray. A menudo nos sorprendemos, incluso nos asustamos, cuando nos miramos en el espejo. Nos chocan las arrugas de la piel, la tristeza de la mirada, el dolor que expresa el rostro. No esperábamos vernos así. Mentalmente, nos veíamos jóvenes, con la piel lisa y la expresión despreocupada. Al igual que Dorian, no queremos afrontar la realidad de nuestra vida. Esta discrepancia entre el aspecto que tenemos y el que nos gustaría tener también se aplica al cuerpo, que debería ser más visible que el rostro para nosotros. Cerramos los ojos a la carencia de armonía de las diversas partes del cuerpo y a la falta de gracia en los movimientos. La ropa nos ayuda a esconder esta realidad, ante nosotros mismos y ante las demás personas, y así podemos formarnos una imagen corporal que está muy lejos de la real.

Nos enseñan muy pronto a ocultar los sentimientos y a poner buena cara ante el mundo. Esto es lo que me enseñaban cuando era niño: «Sonríe y el mundo sonreirá contigo, llora y llorarás solo». Ellen, otra paciente, me explicó una historia similar: «Recuerdo que estaba sentada posando con coquetería mientras me hacían una foto. Todavía la conservo. Lo que transmite la imagen es: “Mira que niña tan encantadora soy”. Mi padre solía decir. “Para conseguir todo lo que desee, lo único que debe hacer una chica es sonreír”. Así que he ido sonriendo por la vida mientras por dentro se me rompía el corazón»

*del libro de Alexander Lowen El Narcisismo la enfermedad de nuestro tiempo.
Sólo podemos experimentar el mundo externo a nosotros a través del cuerpo. Si se niegan los sentimientos corporales, se corta la relación que a través de los sentimientos se mantiene con el mundo. Si lo que te mueve es generar un bien para la concepcion que tienes de ti, vas a estar viviendo constantemente para agrandar tu ego. Si no te paras y empiezas a tener en cuenta qué es lo que sientes interiormente, y actuar honestamente en consecuencia, tarde o temprano vas a convertirte en lo que suelo llamar un muerto viviente, ese que no se puede permitir sentir, mas bien no siente, y mucho menos mostrarlo al mundo, ya que le haria entrar en la confusion entre la creencia de lo que es y lo que realmente es (ego-yo), proyectándolo al mundo con el miedo al que diran de mi…. no me van a querer.

Si solo te ves a ti, si solo actuas para ti, si solo te mueves por ti, planteate que quizas no estes viviendo, sino mas bien perdido en un mundo en busca de un amor que precisamente por tu actuacion no encuentras ya que no sientes. Si tiemes un pobre sentido del “yo, o self llamado en gestalt”, tus actividades no van dirigidas hacia ti, sino a potenciar tu imagen, y como consecuencia, te vas a acabar resintiendo.

Sin la aceptación del yo, no puede existir el amor al yo “self”. Si una persona no se ama a sí misma, tampoco puede amar a los demás. Se podría considerar que amar es compartir el yo con otra persona. La relación sexual es una expresión real del amor cuando se comparte el yo, pero si no se comparte, entonces no es más que un contacto narcisista. Intimar significa compartir el yo, pero es necesario tener un sentido del yo para poder compartirlo. Todos necesitamos de los demás. Si una persona tiene un sentido del yo, se necesita a otra persona para compartirlo. Pero, incluso si no lo tiene, como le ocurre al narcisista, sigue necesitando de los demás —para que apoyen y aplaudan la imagen del yo que se ha forjado—. Sin la aprobación y la admiración de los demás, el ego del narcisista se desinfla, porque no está conectado al yo y por tanto no puede alimentarse de él. Por otro lado, la admiración que pueda recibir el narcisista sólo hincha su ego, no le sirve para nada al yo. Entonces, al final el narcisista acaba por rechazar a los admiradores, del mismo modo que ha rechazado su verdadero yo.

El amor esta en sentir(te), si, a ti, con el cuerpo (tu casa). Sentirte a ti, aceptar humildemente la realidad, de quien eres, de tus sentimientos, tu presencia (que no tu imagen), tu ser, para así poder sentir despues al otro, y de esta forma dejar salir el amor, para que tambien pueda entrar y poder sentir que te aman es únicamente posible si tu te amas a ti.

El complejo materno y el mito de cibeles

El complejo materno y el mito de cibeles

Mito de cibeles
Cibeles, gran diosa anatolia, creadora de la naturaleza, tuvo un hijo. Altis. Desde el primer momento, cibeles quedo prendada de la belleza y gracia de su hijo, y vivía para procurarle total felicidad. A medida que el iba creciendo, pasando de la niñez a la juventud, su amor se hacia mas profundo, y cuando altis llego a la virilidad, su madre lo convirtió en su amante y lo inició como sacerdote de sus misterios.

Este acto implicaba para altis realizar un voto de fidelidad absoluta. El resultado de tal decisión fue que madre e hijo, ahora amantes, se recluyeron a vivir en un cosmos sellado, unidos por un vinculo que imaginaban inquebrantable. Sin embargo, altis no podía estar alejado del mundo exterior, y uno de sus mayores placeres era deambular por las colinas y los bosques. En una ocasión, mientras dormía bajo las ramas de un pino, se le acerco una hermosa ninfa: sagartis. Al momento de despertar y verla Atis se enamoro de ella, y sin dilación le hizo el amor. 

Pero nada quedaba oculto a los ojos y oídos de su madre Cibeles. Al enterarse de la infidelidad de su hijo-amante se sintió dominada por terribles celos, y apaleo a Atis de modo frenético. Éste, en un arrebato de locura, se castró para testimoniar que nunca volvería a quebrantar su voto de fidelidad. Cuando Atis se recupero de su rapto estaba mortalmente herido y fue desangrándose hasta morir en los brazos de cibeles., bajo el pino donde había hecho el amor con sagaritis. Sin embargo, como Atis era un dios, su muerte no fue definitiva. Cada primavera, el joven renacía para su madre y durante la rica y fructífera estación del verano permanecía con ella. Al llegar el invierno, cuando el sol alcanza su menor fuerza, volvía a morir y cibeles lloraba su muerte hasta la primavera siguiente. 

Extracto sacado del Libro el complejo materno. P33 en adelante

Cada uno puede interpretar este mito como mejor le venga, pero la siguiente visión sicológica es lo que quiero compartir en este momento con quien este leyendo.
Carl G. Jung señala que la fantasía del incesto se puede comprender como un intento del niño de regresar al seno materno, y de un modo mas genérico y simbólico representa la recurrente expresión nostálgica mas primitiva que todo ser humano alberga y que no es otros que regresar al seno materno, ese lugar donde se es uno con la madre, donde no hay peligro, es la dicha plena en la que todavía se es uno consigo mismo y con la causa materna, y del mismo modo es imaginable que la reintegración del producto cumple la misma función desde el lado materno. De este modo madre e hijo están atraídos por una fuerza arquetípica que para llegar a ser autónomos e independientes tienen que vencer. 

Pero la tragedia de este mito reside en la posesión que cibeles quiere mantener con su hijo. Desea que atis este ligado a ella, dependiendo en todo de ella, y que sea incapaz de tener vida propia aparte de la de ella. Y si bien este sentido de pertenencia absoluta encuentra razón en la sicología, que lo explica como una profunda inseguridad que provoca que la persona se sienta amenazada ante cualquier separatividad en sus vinculos, lo cierto es que esta afirmación resulta insuficiente si no incluye la presencia de un poderoso moldeo arquetípico, en esa dirección que preexiste a cualquier situación particular. Esto significa que madre e hijo están destinados a reintegrarse uno en el otro, deseo que el patriarcado requiere que permanezca y se fomente de un modo sublimado. 
La venganza de cibeles ante la infidelidad de su hijo – que es en esencia un intento de éste de construir una identidad independiente – es llevarlo hasta la castración. De este modo, el mito nos ilustra el castigo que conlleva querer ser uno mismo en ajenidad al complejo materno. Atrapados en semejante red inconsciente, los seres humanos no alcanzamos a vivir nuestra vida con plenitud. Nos desprendemos del poder de conformar nuestro propio destino debido al miedo de estar solos. Ser fieles a nosotros mismos y desafiar los mandatos del complejo materno. 
Si bien madre e hijo están influenciados por la misma fuerza inconsciente y permanecen en la misma celda, es el niñ, a causa de su vulnerabilidad, el castrado y privado de la real posibilidad de crecer en su total integridad y diferenciarse de la madre. De manera que por lealtad, no se le puede dar la espalda a la madre, pues seria vivido como traición por el niño, y no cumplir con sus demandas y mandatos inconscientes comporta romper un pacto que nos deja (en nuestro imaginario) fuera del circulo de amor materno y nos expone y condena al fracaso. 

“Si se pone por encima del origen de su vida, entonces ¿como puede tener éxito en su vida, si no reconoce el origen? Bert Hellinger

No es esta una manera de no enfrentar la vida? No es esta una manera que por evitar el dolor renunciamos a nuestra propia vida?

El camino hacia la vida se basa en el cese de tal lealtad. Dejar de identificar mi existencia con la de mi madre, quedar fuera del mundo materno. La vida no es otra cosa que Ser uno mismo y aunque tal situación suponga un fuerte dolor por el sentimiento de traición y falta de amor hacia quien nos dió la vida, es imprescindible pasar por ahí, ya que es parte fundamental para poder crecer y posicionarnos en el mundo, descubrirnos, saber quien somos, tener nuestros valores, creencias, sentimientos y en definitiva poder Ser, ser quien uno es sin necesidad de Ser a través de otro.

Y no es por falta de amor a la madre que hay que nacer esto, sino por todo lo contrario. Vencer esta fuerza arquetípica, esta inercia inconsciente que nos une al núcleo materno es tarea de valientes. Es honrar la vida. Es amarte a ti, a tu hijo y a tu madre por encima de todo. Porque, qué mejor manera de agradecer el regalo de la vida a quién te la dió, que aceptándola plenamente y gozándola en todas sus vertientes?
No hay mayor felicidad para una madre que ver la felicidad de su hijo. Como vas a gozar de tu vida si por amor a tu madre no te permites vivirla. 

Así es la terapia Gestalt

Así es la terapia Gestalt

¿Cómo es una sesión típica de Gestalt?

Animas al paciente a que exprese en cada momento lo que siente, a mantener la atención en la experiencia inmediata. El terapeuta ayuda a traducir en palabras y desenmascarar esos sentimientos. Tiene mucho de técnica dramática, de teatro, para sacar a la luz las emociones. Si alguien frunce el ceño al hablar, se le invita a que exagere el gesto, a hacerse consciente de esa postura, para ayudarle a sacar lo que está bloqueado. La diferencia con el psicoanálisis es que pasa de la intelectualización y se centra en sentir. Por ejemplo, a una persona que padecía un tic, el terapeuta le propuso que lo ejercitara a diario ante el espejo, que lograra hacerlo de forma voluntaria, incluso exagerarlo en ocasiones. Al hacerse dueño del tic, este desapareció.

¿Para qué sirve sacar lo que uno siente?

Las emociones conscientes no hacen daño y pueden modificarse. Pero si uno no tiene conciencia de su enfado o su tristeza, sufre un daño psicosomático o proyecta la emoción negativa a los demás sin darse cuenta, con lo que acaba aislado. En cambio, si sabes lo que te pasa, es como cuando te miras al espejo y te ves despeinado: sacas el peine y te arreglas. Además, a veces al vivir conscientemente una emoción, reconoces que es absurda. Por ejemplo, cuando pensamos que quejándonos vamos a conseguir más cosas, cuando es al revés.

Ésto es un extracto de la entrevista realizada por Muy Interesant a Claudio Naranjo, discípulo director y precursor de Terapia Gestalt. Si quieres leer el artículo completo, haz clic aquí

Como puede un sueño enfrentarnos a nuestra propia muerte

Como puede un sueño enfrentarnos a nuestra propia muerte

Si escuchamos los mensajes que nos transmiten los sueños poderosos, podemos tener una experiencia de despertar. Valga como muestra este inolvidable sueño que me contó una joven viuda avasallada por el duelo. Es un claro ejemplo de cómo la pérdida de un ser querido puede hacer que quien está de luto se enfrente con su propia mortalidad.

Estoy en el porche cerrado de una endeble cabaña de veraneo y veo una bestia grande y amenazadora, con una boca enorme, que aguarda a pocos metros de la puerta. Estoy aterrada. Temo que algo le ocurra a mi hija. Decido tratar de aplacar a la bestia con algún sacrificio y tiro un animal de paño a cuadros rojos por la puerta. La bestia devora el señuelo, pero no se va. Sus ojos arden. Los fija en mí. Yo soy su presa.

La joven viuda entendía claramente su sueño. Lo primero que pensó fue que la muerte (la bestia amenazadora), que ya se había llevado a su esposo, venía ahora a buscar a su hija. Pero enseguida se dio cuenta de que quien estaba en peligro era ella misma. Ahora le tocaba a ella, y la bestia había ido a buscarla. Trató de aplacar y distraer a la bestia con un sacrificio, un animal de paño a cuadros rojos. Sabía, sin que yo se lo preguntara, qué significa ese símbolo: cuando su marido murió, vestía un pijama de una tela como ésa. Pero la bestia era implacable: la presa era ella. La poderosa claridad de este sueño anunció una nueva e importante etapa en el tratamiento. La joven dejó de concentrarse en la catastrófica pérdida sufrida, para pensar más bien en su propia finitud y en cómo debía vivir su vida.
Del libro mirar al sol de Irvin d. yalom